El año bisiesto se introduce para ajustar la discrepancia entre el año trópico y el año calendario de 365 días. En el calendario gregoriano, los años bisiestos son aquellos divisibles entre 4, excepto si son años seculares, en cuyo caso también deben ser divisibles entre 400. Esto evita desfases y mantiene la duración media del año cercana a un número no entero de días.

El concepto del año bisiesto se originó en el calendario juliano, establecido por Julio César en el 46 a.C. Antes de esta reforma, el calendario romano carecía de un método para ajustar el año a la órbita terrestre. Julio César introdujo la idea de añadir un día extra a febrero cada cuatro años, creando un ciclo de tres años de 365 días y un año de 366 días.

El calendario juliano, aunque mejoró el seguimiento del tiempo, aún acumulaba desajustes con el año solar. Desde 1582, el calendario gregoriano, impulsado por el papa Gregorio XIII, estableció reglas más precisas: es considerado bisiesto si es divisible entre 4, excepto si termina en “00”, en cuyo caso también debe ser divisible entre 400. Por ejemplo, el año 2000 (divisible por 4, por 100 y por 400) tuvo un 29 de febrero, mientras que el año 1900 no lo tuvo.

A pesar de que el calendario gregoriano aún presenta cierta imprecisión en relación con el año solar, esta discrepancia es considerablemente menor que la que se observaba en el calendario juliano.